Los corrales de comedias eran patios interiores de casas plebeyas, en los que se levantaba un escenario y donde los espacios se aprovechaban para alojar al público. En los corrales de comedias las representaciones se hacían de día y al aire libre, ya que en la sala no había techo. El escenario disponía de cortinas que ocultaban los vestuarios. Las habitaciones de las casas que daban al patio estaban destinadas a las personas privilegiadas. En el patio central estaban los mosqueteros y, frente al escenario, la cazuela (palco de mujeres).
El Corral de Comedias de Almagro es el más conocido ya que es el único que permanece en activo y se conserva tal como era hace casi cuatrocientos años. Se encuentra en la Plaza Mayor de Almagro y lo construyó Leonardo de Oviedo. Durante el Siglo de Oro todas las actuaciones teatrales que se representaban eran conocidas como comedia, aunque lo que se estuviera representando fuera un drama o una tragedia.
A mediados del siglo XVIII llegaron distintos gobiernos ilustrados y empezaron a prohibir las representaciones en esta clase de locales debido principalmente a la falta de higiene, el riesgo de incendio, el desorden etc. de modo que la burguesía no quería asistir a comedias a causa de estos inconvenientes. A finales de siglo se decretó su prohibición total y algunos de los corrales desaparecieron; otros se transformaron en teatros a la italiana, es decir, inmuebles de arquitectura renacentista. En cambio, el Corral de Comedias de Almagro se siguió utilizando como posada.
Es importante destacar que en la segunda mitad del siglo XVII, por la influencia de las compañías italianas, la escenografía de los corrales de comedias se desarrolló considerablemente. Gracias a Lope de Vega los espectáculos empezaron a tener una estructura fija: comenzaban con una loa, es decir, una presentación en verso. Seguían con el primer acto de la comedia y un entremés. Se representaba el segundo acto de la comedia junto a un nuevo entremés; y por último, el tercer acto de la comedia y un sainete (baile).
Desde mi punto de vista, los corrales de comedias fueron muy importantes durante el siglo XVII ya que tenían como fin entretener a la gente, difundir la cultura y la literatura a todas las clases sociales: aunque los nobles o clérigos tuvieran más facilidad para asistir a estos espectáculos y entenderlos, no hacía falta ser muy culto, muy rico o haber tenido una muy buena educación para ello. Estos corrales siguen teniendo funcionalidad hoy en día ya que se siguen representando obras en ellos.
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